Una parte muy importante de una
instalación química es mantener los productos (tanto inputs como outputs) en un
buen estado, manteniendo a su vez la seguridad del lugar. Muchos de estos
líquidos que llenan los tanques deben de mantenerse en una temperatura adecuada
y en una atmósfera determinada, para evitar riesgo de descomposición, reacción
o en el peor de los casos, de explosión.
Esta
técnica consiste en rellenar estos tanques con gases inertes. El más típico por
su fácil obtención y precio relativamente asequible, es el nitrógeno. De esta forma desplazamos el aire, es decir, el oxígeno, que es el componente que causa
más problemas.
La
presión de este gas es siempre ligeramente superior a la atmosférica, pues se
ha demostrado que aumentos elevados de presión apenas suponen una mejora
apreciable [1]. Además, estos tanques muchas veces no están diseñados para
soportar grandes presiones.
Las funciones del blanketing son:
- Alargar la vida del producto.
- Evitar la corrosión interna del depósito.
- Evitar explosiones, manteniendo el nivel de oxígeno lejos del límite de explosividad.
- El gas inerte puede disolver vapores tóxicos o peligrosos medioambientalmente hablando.
- Puede servir para controlar la presión del depósito, importante cuando esta varíe sustancialmente por cambios en la temperatura. Cuando la presión es superior a la requerida, la válvula se cierra. Cuando se tiene una caída de presión, la válvula se abre.
[1] http://www.swagelok.com/downloads/WebCatalogs/EN/MS-02-431.PDF
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