En un artículo anterior expliqué
el funcionamiento básico de una biorrefinería de segunda generación, que emplea
materiales lignocelulósicos como materia prima para obtener bioetanol.
El
problema más importante de este tipo de instalaciones, aparte del elevado coste
de procesamiento que en la actualidad tiene respecto a sus más directas
competidoras de primera generación, es que se obtiene un residuo que ronda 30-40%
de la alimentación, y que con este no se puede hacer gran cosa, salvo
valorizarlo energéticamente en una caldera.
Por
ello, una de las vías de investigación que en la actualidad abordan la
optimización del proceso se basan principalmente en conseguir rentabilizar de otra manera estos residuos
sin necesidad de enviarlos a la hoguera.
Y
es en esto cuando me entero de un novedoso proyecto BIOREFINE2G, coordinado por
la fundación Novo Nordisk para la biosostenibilidad de la universidad técnica
de Dinamarca.
Este
proyecto tiene por objetivo conseguir convertir estos residuos, que en su mayor
parte están constituidos por lignina y polisacáridos sin procesar, en biopolímeros
destinados a la industria del envase.
El proyecto,
que arrancó el pasado mes de noviembre, tendrá una duración de tres años y medio,
y en la actualidad se encuentra en fase experimental de laboratorio, aunque si
se espera que pueda llegar una aplicación industrial con posterior
comercialización en la biorefinería de Borregard, en Noruega.
Este no deja de ser interesante porque busca una salida sostenible y verde a un problema económico, paradigma inusual
en la industria química, donde muchas veces estos dos parámetros están
enfrentados, y el buscar la optimización de uno es a costa del otro.
A gran
escala, este tipo de proyectos lo que intentan es acercar el esquema de
funcionamiento de una refinería común al de una refinería.
Si del cerdo
se aprovechan hasta los andares, con el petróleo pasa tres cuartos de los
mismo. Se le exprime al máximo para obtener todo tipo de productos, no solo
gasolina y diesel. Por eso una Biorrefinería debería hacer lo mismo, y buscar
salida a todo aquello que no la tiene.
Por último,
me gustaría destacar que España está bien representada en el proyecto con la
participación del instituto tecnológico del plástico AIMPLAS, y la empresa
ECOPOL TECH de Tarragona.
Podéis ampliar más información en http://www.biorefine2g.eu/
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