La
primera vez que escuché el término líquido
iónico me llamó poderosamente la atención. Mi mente de ingeniero químico
novato dispuso una típica imagen de un disolvente líquido, por ejemplo, unas siempre
socorridas moléculas de agua pululando por el espacio, con iones, tanto
negativos como positivos, en su seno.
Es
decir, a simple vista, la típica disolución de sal en agua, cuyos problemas de
Kps y equilibrios de solubilidad nos cansábamos de repetir en las asignaturas
de operaciones de separación. Pero no, esto no es un líquido iónico.
Este
nuevo tipo de compuestos, que están en la actualidad muy de moda en muchos
campos de investigación científica, se trata de una cosa bien diferente. La sal
marina, el cloruro sódico normal y común, en estado líquido, sería también un
líquido iónico. Con la diferencia, claro está, que para conseguirlo tendríamos
que llegar a unos salvajes 801 ºC.
Sin
embargo, los compuestos que vamos a describir, tienen de particular que pueden
estar en estado líquido a temperaturas fácilmente alcanzables en la industria, e
incluso en condiciones estándar.
Esto
se debe fundamentalmente a tener una pareja catión-anión muy diferente en
tamaño. Los cationes suelen ser macromoléculas orgánicas, mientras que el anión
suele ser de un tamaño inferior, tanto orgánico como inorgánico. Esto además
provoca que su ordenamiento, el típico para redes cristalinas, sea muy
complicado.
Adjunto dos ejemplos, como el
cloruro de 1-etil-3-metilimidazolio y el acetato de 1-etil-3-metilimidazolio.
Estos curiosos líquidos traen
consigo una serie de propiedades que les hacen muy interesantes, como son las
siguientes [1]:
·
La primera y más importante, y ya mencionada, puntos de fusión bajos y alcanzables en
condiciones de proceso.
· Compuestos muy poco volátiles. Presión de vapor casi nula.
· Pueden aguantar altísimas temperaturas sin llegar a descomponerse.
· Buen poder disolvente.
· Buenas propiedades electroquímicas.
· Compuestos muy poco volátiles. Presión de vapor casi nula.
· Pueden aguantar altísimas temperaturas sin llegar a descomponerse.
· Buen poder disolvente.
· Buenas propiedades electroquímicas.
Entre
sus puntos en contra cabe mencionar que son líquidos muy viscosos, lo cual nos
añade un coste energético en su manejo, y en especial, en la actualidad a falta
de una economía de escala, son muy caros.
Otro
punto en contra es que, algunos, son tóxicos o peligrosos para el medio
ambiente, pero gracias a su propiedad de casi nula volatilidad, es muy difícil
accidentarse con ellos, ya que necesitaríamos una exposición directa o beberlo
para tener una desgracia.
Sin embargo, la propiedad más
interesante está en su propia esencia. Es decir, las propiedades anteriormente
mencionadas, que son muy interesantes para muchos procesos químicos, dependen
principalmente de la pareja de iones
seleccionada. Y los datos más actuales de los que dispongo hablan de 229
aniones y 907 cationes [2].
Echando mano de números
combinatorios uno se hace un idea de la ingente multitud de variedades de
líquidos iónicos que se pueden obtener.
Esto no es más, que para un
determinado proceso o aplicación, podemos seleccionar
un IL (ionic liquid, como dirían en el mundo anglosajón) a la carta.
Seleccionar la pareja adecuada que nos optimice un determinado proceso
industrial, o haga más interesante un producto.
[2] Production of Biofuels and Chemicals with
Ionic Liquids. Zhen Fang Richard L. Smith, Jr. Xinhua Qi ,
(Springer).
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